Los implantes dentales han supuesto uno de los cambios más importantes en la práctica odontológica, sin embargo, no están exentos de problemas. Una de las mayores complicaciones que nos podemos encontrar en el tratamiento con implantes es la llamada periimplantitis o pérdida ósea alrededor del implante. Y es que en los últimos años se ha comprobado la alta frecuencia de trastornos asociados a los tejidos periimplantarios, que pueden derivar en la pérdida del hueso periimplantario.
Para tratar este problema, nada como las estrategias preventivas durante todas las fases de tratamiento y mantenimiento. Y es que los implantes deben ser considerados como un dispositivo médico que requiere cuidados y atención, adoptando aquellas medidas necesarias para prevenir infecciones y mantenerlos en perfecto estado.
La prevención se inicia antes de colocar los implantes, con tratamiento e información al paciente. Es de vital importancia establecer protocolos preventivos y antiinfecciosos en el tratamiento de las enfermedades periimplantarias, implementando una serie de medidas básicas en diferentes fases.
Una vez colocados los implantes, comienza la fase de mantenimiento que se centra en la reducción de los factores de riesgo, como son una higiene oral deficiente, restauraciones que no permiten un adecuado acceso al control de placa, consumo de tabaco, periodontitis que no han sido tratadas y otras enfermedades sistémicas que puedan predisponer a padecer periimplantitis. Por todo ello es necesario que el paciente comprenda estos riesgos para combatirlos y acuda a las revisiones periódicas.
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